En función aburrida y nada creible resulto la conferencia organizada en el Ministerio de Colonias USA, (OEA) para desacreditar, sin ningún derecho, el Proyecto de Constitución de la República de Cuba que el próximo 24 de Febrero, por decisión soberana del pueblo, será nuestra Ley de Leyes.
En el siguiente artículo del colega M.H. Lagarde conocerá por qué el imperio y sus súbditos hacen está payasada.
La OEA y el miedo al voto por el Sí
Escrito por M. H. Lagarde
El pasado martes la Organización de Estados Americanos organizó en su sede en Washington otro circo anticubano nada menos que con el objetivo de deslegitimar el reférendum constitucional que tendrá lugar en la Isla el próximo 24 de febrero.
Que la OEA patalee de impotencia por tal motivo
es, hasta cierto punto, una buena señal porque a nada que no sea realmente
legítimo hace
falta montarle una campaña para desacreditarlo, simplemente se desacredita
solo, por lo que sospecho que quienes dirigen esa organización desde la Casa
Blanca al parecer están absolutamente seguros del contundente Sí que le dará el
pueblo cubano en las urnas a su nueva constitución.
Para nadie es un secreto que la Revolución
cubana ha sobrevivido todos estos años al constante asedio imperial gracias al
apoyo de su pueblo al ejercicio de una democracia de carácter socialista que
antepone en primer lugar el beneficio de la mayoría y defiende,
incondicionalmente, la soberanía e independencia de la nación.
La democracia cubana es la antípoda de los
golpes de estado, las invasiones, las represiones masivas al estilo del Plan
Cóndor, la intromisión en los asuntos internos de otras naciones, el
neoliberalismo o la desigualdad y otras prácticas democráticas impulsadas por
la OEA a lo largo de su historia.
Es además lógico que dicha institución, el
Ministerio de Colonias de Washington, trate de desprestigiar la práctica
democrática cubana sobre todo si se tiene en cuenta que la misma nada tiene que
ver con la plutocracia bipartidista que dirige ese país en defensa de los
derechos del 1 por ciento de la población y mucho menos con la democracia que
Estados Unidos espera de los países latinoamericanos y cuyo principal precepto
es el de la subornidación incondicional.
El mejor ejemplo de esto último es el continuo
ataque de esa organización contra Venezuela, la nación donde más elecciones
democráticas se han realizado en las últimas dos décadas. Pero en el concepto
de democracia de la OEA no caben ni el progreso social, ni la solidaridad, ni
la integración latinoamericana si no es bajo la égida del histórico dueño del
patio trasero latinoamericano.
La fábula "democrática" de la OEA es
un cuento para los ignorantes y desinformados de este mundo contado por una
banda de cínicos que durante siglos han enriquecido sus arcas con la
expropiación de los recursos naturales de las naciones suramericanas. Que los
pueblos de América abran los ojos y descubran el timo secular del que han sido
víctimas resulta profundamente antidemocrático para la OEA.
No es de extrañar por tanto
que quienes dirigen la OEA desde Washington se aterroricen ante la posibilidad
de otro Sí rotundo del pueblo cubano a su Revolución en el referéndum
constitucional del 24 de febrero. Esa elección significa la prolongación
del ejemplo de que un mundo sin amos imperiales es posible y que los pueblos
pueden crear una democracia a su favor y decidir su propio destino.
A pesar del avance de la derecha en latinoamerica y otras regiones del
mundo, la liberadora alternativa cubana es y seguirá siendo, la utopía devenida
en realidad, el antídoto contra la ponzoña del engaño de los autoproclamados
dueños del mundo.
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