
Junto a la alegría de ver con buena salud a nuestro Comandante en Jefe, está la satisfacción de seguir siendo solidarios con los pueblos y gobiernos que luchan por el bienestar y el progreso para su país, y mucho más aún si esa amistad enfrenta los intereses de quienes pretenden sojuzgar a los pueblos y no vacilan en cometer los más abyectos crímenes para tratar de dominar al mundo.
Es en La Habana donde se decide con quien los cubanos mantenemos relaciones y a quienes recibimos como amigos, no en Washington.
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