A continuación sus palabras:
Santidad:
Cuba lo recibe con afecto y respeto y se siente honrada con
su presencia. Encontrará aquí a un pueblo solidario e instruido que se ha
propuesto alcanzar toda la justicia y ha hecho grandes sacrificios.
De Martí aprendimos a rendir culto a la dignidad plena del
hombre y heredamos la fraterna fórmula que seguimos hasta hoy: “con todos y
para el bien de todos”.
Cintio Vitier, insigne intelectual y cristiano, escribió que
“el verdadero rostro de la
Patria… es el rostro de la justicia y de la libertad” y que “la Nación no tiene otra
alternativa: o es independiente o deja de ser en absoluto”.
La potencia más poderosa que ha conocido la Historia ha intentado
despojarnos, infructuosamente, del derecho a la libertad, a la paz y a la
justicia. Con virtud patriótica y principios éticos el pueblo cubano ha hecho
tenaz resistencia, sabiendo que ejercemos también un derecho legítimo cuando
seguimos nuestro propio camino, defendemos nuestra cultura y la enriquecemos
con el aporte de las ideas más avanzadas.
Sin razón, a Cuba se le calumnia, pero nosotros confiamos en
que la verdad, de la que jamás nos apartamos, siempre se abre paso.
Catorce años después que el Papa Juan Pablo II nos visitara,
el bloqueo económico, político y mediático contra Cuba persiste e, incluso, se
ha endurecido en el sector financiero. Como aparece en el memorando
norteamericano del 6 de abril de 1960, desclasificado décadas después, su
objetivo sigue siendo (cito) “… causar hambre, desesperación y el
derrocamiento del gobierno”.
Sin embargo, la
Nación ha seguido, invariablemente, cambiando todo lo que
deba ser cambiado, conforme a las más altas aspiraciones del pueblo cubano y
con la libre participación de este en las decisiones trascendentales de nuestra
sociedad, incluidas las económicas y sociales que en casi todo el mundo son
patrimonio de estrechas élites políticas y financieras.
Varias generaciones de compatriotas se han unido en la lucha
por elevados ideales y nobles objetivos. Hemos enfrentado carencias, pero nunca
faltado al deber de compartir con los que tienen menos.
Sólo como demostración de cuánto se podría hacer si
prevaleciera la solidaridad, menciono que en la última década, con la ayuda de
Cuba se han preparado decenas de miles de médicos de otros países, se ha
devuelto o mejorado la visión a 2,2 millones de personas de bajos ingresos y se
ha contribuido a enseñar a leer y escribir a 5,8 millones de analfabetos. Puedo
asegurarle que, dentro de las modestas posibilidades de que disponemos, nuestra
cooperación internacional continuará.
Santidad:
Conmemoramos el IV Centenario del hallazgo y la presencia de
la imagen de la Virgen
de la Caridad
del Cobre, que lleva bordado en su manto el escudo nacional.
La reciente peregrinación de la Virgen por todo el país,
unió a nuestro pueblo, creyentes y no creyentes, en un acontecimiento de gran
significado.
Le aguardan Santiago de Cuba, que ha sido protagonista de
gloriosos episodios en la historia de luchas de los cubanos por su definitiva
independencia y también el poblado del Cobre, donde la Corona española tuvo que
conceder la libertad a los esclavos sublevados en las minas, ochenta años antes
de la abolición de tan infame institución en nuestro país.
Nos satisfacen las
estrechas relaciones entre la
Santa Sede y Cuba, que se han desarrollado sin interrupción
durante setenta y seis años, siempre basadas en el respeto mutuo y en la
coincidencia en asuntos vitales para la Humanidad.
Nuestro gobierno y la Iglesia Católica,
Apostólica y Romana en Cuba mantenemos buenas relaciones.
La
Constitución cubana consagra y garantiza la
plena libertad religiosa de todos los ciudadanos y, sobre esa base, el gobierno
guarda buenas relaciones con todas las religiones e instituciones religiosas en
nuestro país.
Santidad:
Hace casi veinte años que Fidel sorprendió a muchos al
proclamar que “una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer
por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el
hombre” concluyó.
Hay crecientes amenazas a la paz y la existencia de enormes
arsenales nucleares es otro grave peligro para el ser humano. El agua o los
alimentos serán, después de los hidrocarburos, la causa de las próximas guerras
de despojo. Con los recursos que se dedican a producir mortíferas armas, podría
eliminarse la pobreza. El desarrollo vertiginoso de la ciencia y la tecnología
no se encuentra al servicio de la solución de los grandes problemas que aquejan
a los seres humanos. Frecuentemente sirven para crear reflejos condicionados o
para manipular a la opinión pública. Las finanzas son un poder opresivo.
En vez de la solidaridad, se generaliza una crisis sistémica,
provocada por el consumo irracional en las sociedades opulentas. Una ínfima
parte de la población acumula enormes riquezas mientras crecen los pobres, los
hambrientos, los enfermos sin atención y los desamparados.
En el mundo industrializado, los “indignados” no soportan
más la injusticia y, especialmente entre los jóvenes, crece la desconfianza en
modelos sociales e ideologías que destruyen los valores espirituales y producen
exclusión y egoísmo.
Es cierto que la crisis global tiene también una dimensión
moral y que prevalece la falta de conexión entre los gobiernos y los ciudadanos
a los que dicen servir. La corrupción de la política y la falta de verdadera
democracia son males de nuestro tiempo.
En estos y otros temas apreciamos coincidencia con sus
ideas.
Frente a tantos desafíos, Nuestra América se une en su
soberanía e intenta una integración más solidaria para hacer realidad el sueño
bicentenario de sus Próceres.
Su Santidad podrá dirigirse a un pueblo de convicciones
profundas que le escuchará atento y respetuoso.
En nombre de la
Nación, le doy la más calurosa bienvenida.
Muchas gracias.
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