jueves, julio 28, 2016

Para Haydeé Santamaría, Heroína del Moncada y de la Sierra Maestra, pilar de la cultura cubana, es está sentida crónica que por el aniversario 36 de su definitiva partida le dedicó mi siempre amiga Rosita

Rosa Blanca Pérez López
Un día como hoy, 28 de julio, Haydeé Santamaría decidió partir antes de tiempo sembrándose una rosa de fuego en el centro de la vida, aunque algunos dicen que comenzó a marcharse tras el último disparo en el Moncada... cuando le fueron arrebatados brutalmente el corazón de Boris y los ojos de Abel.
Y aun así se fue hacia la montaña uniformada de olivo, prodigándose compañera y hermana de toda la guerrilla. Y vino de regreso al llano vestida de victoria, con el triunfo comprometiéndole la vida, y las ganas de hacer postergándole la definitiva marcha.
Pero cuando al fin dispuso su partida hace ya treinta y seis años, quedó huérfana la guitarra que había levantado su mano con la comprensión y el apoyo de la heroína; la poesía perdió la complicidad de esa mujer que le fuera tan vital como las musas; y la pintura no supo qué hacer con sus colores, en medio de su duelo.
A la Casa que acoge lo más autóctono de la cultura continental le faltó desde entonces su anfitriona, y las Américas parecieron quedar como vacías tras el silencio de su voz inspiradora y comprensiva, y a la ausencia de su intuitiva sensibilidad y su enérgica ternura.
Un día como hoy la legendaria Yeyé decidió irse antes de tiempo, pero algunos dicen que había comenzado a marcharse tras el último disparo en el Moncada. Pero yo sé que por el bien de la guitarra, la pintura y la poesía de este continente asediado por una transculturación que le es ajena, Haydeé sigue a nuestro lado hecha inspiración y ejemplo, hecha creatividad y salvación. Hecha, definitivamente, historia.

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