martes, marzo 05, 2013



La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida


Si una honda preocupación me asaltó cuando en la mañana Telesur informaba sobre la recaída y el delicado estado de salud del presidente de Venezuela Hugo Rafael Chávez Frías, en pocas horas se convertiría en pena y dolor cuando escuchaba al vicepresidente de ese hermano país, Nicolás Maduro, informarle con la voz quebrada a su pueblo el fallecimiento de este.

Ha desaparecido físicamente el hombre que supo retomar las ideas de Simón Bolívar y José Martí sobre la unidad de Nuestra América, que vislumbró en la Revolución Cubana la posibilidad de enfrentar la oligarquía nacional y rescatar los recursos del país de las manos imperiales para ponerlos al servicio del bienestar de su pueblo oprimido y explotado.

De claro y valiente discurso siempre acompañado de la acción consecuente, pronto se ganó la simpatía de los hombres progresistas, amantes de las causas justas y la libertad. Por supuesto, también se granjeó el odio de quienes creen que América es su traspatio y se enriquecen con el saqueo y la explotación de otras naciones.

Hoy ha muerto el hombre, el ser físico que habitaba en Hugo Chávez, pero es de la estirpe de quienes no desaparecen, es de esos seres que se extienden a través de montes, llanos, ciudades, ríos, mares y con su ejemplo inspiran a millones en los que perdura.
Hombres que como Bolívar, Martí, Che Guevara, nos siguen señalando el camino de la reivindicación del ser humano, de su independencia, de la justicia tantas veces negada.

Junto a Venezuela lloran los pueblos de esta América por el héroe caído, pero será un breve llanto, pues para honrarlo se continuará la obra que él iniciara y en la que señaló el camino a seguir, conscientes de que en cada éxito estará su presencia.
 

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