Discurso de Raúl Castro en Cumbre del ALBA
"No toleraremos que se vulnere la soberanía o se quebrante
impunemente la paz en la región."
Discurso del General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer
Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los
Consejos de Estado y de Ministros, en la IX Cumbre Extraordinaria del ALBA-TCP,
convocada en solidaridad con el hermano pueblo de Venezuela, efectuada en Caracas,
República Bolivariana de Venezuela, el 17 de marzo de 2015.
Estimados Jefes de Estado y de Gobierno de la Alianza Bolivariana
para los Pueblos de Nuestra América;
Estimados Jefes de delegaciones e invitados;
Compañeras y compañeros:
El ALBA nos convoca hoy para ratificar nuestro más firme
respaldo al pueblo y gobierno bolivarianos ante las últimas acciones injerencistas
y amenazas del gobierno norteamericano contra Venezuela.
Los hechos demuestran que la historia no se puede ignorar. Las relaciones de Estados Unidos con América
Latina y el Caribe han estado marcadas por la “Doctrina Monroe” y el
objetivo de ejercer dominación y hegemonía sobre nuestras naciones.
Bolívar había anticipado que los Estados Unidos “parecen
destinados por la Providencia para plagar la América de miserias a nombre de la
Libertad” y Martí había caído en combate sin concluir la carta en que explicaba
el “deber de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por
las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras
tierras de América”.
Después vinieron las intervenciones militares, los golpes de
Estado, las maniobras para derrocar gobiernos nacionalistas o progresistas, el
respaldo a sangrientas dictaduras militares, las operaciones encubiertas, el
amparo al terrorismo y la subversión, así como la apropiación y el saqueo de
nuestros recursos para perpetuar la dependencia y el subdesarrollo.
La osadía victoriosa de llevar adelante una Revolución
Socialista a solo 90 millas de Estados Unidos, ha supuesto inmensos
sacrificios, sufrimientos, pérdidas humanas y privaciones materiales para el pueblo
cubano, sometido desde el mismo triunfo revolucionario, hace 56 años, a todo
tipo de hostilidad, incluyendo el apoyo y la organización de bandas armadas en
las montañas desde finales del propio año 1959 —o sea, desde el mismo año del
triunfo de la Revolución—, la invasión de Playa Girón en 1961 y la
oficialización del bloqueo en 1962, todo ello con la intención declarada de derrotar
la Revolución y cambiar el orden político, económico y social que decidimos
libremente y luego confirmamos en referendo constitucional.
El resultado ha sido el rotundo fracaso, el daño a nuestro
pueblo y el completo aislamiento de Estados Unidos en sus propósitos, como ha reconocido
recientemente el Presidente Barack Obama al anunciar una nueva política y
proponerse abrir otro capítulo. Sin embargo, los voceros de su gobierno se
empeñan en aclarar que los objetivos persisten y solo cambian los métodos.
El triunfo de la Revolución Bolivariana fue un
extraordinario hito en la historia de
Venezuela y de toda la región, que comenzó a despertar de la larga noche
neoliberal. Una época de cambios se
inició en el continente y otras naciones decidieron emprender el camino de la
plena independencia e integración y retomar las banderas de nuestros próceres.
Nacieron el ALBA, UNASUR, la CELAC, que se unieron, en su
diversidad, a anteriores agrupaciones e iniciativas de genuina vocación
latinoamericanista y caribeña, fundadas en principios de solidaridad,
cooperación, justicia social y defensa de su soberanía.
PETROCARIBE fue una extraordinaria, generosa y humanista
contribución del Presidente Hugo Chávez Frías. Ahora se pretende destruir a PETROCARIBE para
amenazar a sus Estados miembros, someterlos a las trasnacionales petroleras y
separarlos de Venezuela. No se percatan de
que nuestros pueblos han decidido, de manera irrevocable, continuar su indetenible
avance y batallar por un mundo multipolar y justo, donde tengan voz, esperanza
y dignidad los que fueron históricamente excluidos.
El imperialismo estadounidense ha ensayado, sin éxito, prácticamente
todas las fórmulas de desestabilización y subversión contra la revolución
bolivariana y chavista, para recuperar el control de la mayor reserva petrolera
del planeta y asestar un golpe al proceso integrador y emancipador que tiene
lugar en Nuestra América.
La arbitraria, agresiva e
infundada Orden Ejecutiva emitida por el Presidente de Estados Unidos contra el
Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, calificándolo como una
amenaza a su seguridad nacional, demuestra que Estados Unidos puede sacrificar
la paz y el rumbo de las relaciones hemisféricas y con nuestra región por
razones de dominación y de política doméstica.
Resulta insostenible la idea
de que un país solidario como Venezuela, que jamás ha invadido ni agredido a
ningún otro y que contribuye de manera sustancial y altruista a la seguridad
energética y a la estabilidad económica de un considerable número de naciones
del continente, pueda representar una amenaza para la seguridad de la potencia
más poderosa de la historia.
Respaldamos la
posición digna, valiente y constructiva del Presidente Nicolás Maduro
(Aplausos), quien no obstante la gravedad de la amenaza ha tendido la mano al
Presidente de Estados Unidos para iniciar un diálogo basado en el derecho
internacional y el respeto mutuo, que conduzca a la derogación incondicional de
la Orden Ejecutiva del Presidente Obama y a la normalización de sus relaciones
(Aplausos). El ALBA y la CELAC deberían
acompañar esa propuesta.
Hoy Venezuela no está sola, ni nuestra región es la misma de
hace 20 años. No toleraremos que se
vulnere la soberanía o se quebrante impunemente la paz en la región.
Como hemos
afirmado, las amenazas contra la paz y la estabilidad en Venezuela representan
también amenazas contra la estabilidad y la paz regionales.
La paz que hoy reclama Venezuela y necesitamos
todos, una “paz con justicia, con igualdad, la paz de pie, no la paz de
rodillas, es la paz con dignidad y desarrollo”, como
dijo Maduro, es a la que nos comprometimos en la Proclama de América
Latina y el Caribe como Zona de Paz, adoptada en la II Cumbre de la CELAC en La Habana.
La posición de
nuestro país en estas circunstancias permanece invariable. Reitero la firme solidaridad de la
Revolución Cubana con la Revolución Bolivariana, con el Presidente
constitucional Nicolás Maduro y con la unión cívico-militar que este encabeza
(Aplausos). Reitero la absoluta lealtad
a la memoria del Comandante Hugo Chávez Frías, el mejor amigo de la Revolución
Cubana (Aplausos).
Como se ha
declarado, ratificamos “una vez más, que los colaboradores cubanos presentes en
la hermana Nación, continuarán cumpliendo con su deber bajo cualquier
circunstancia, en beneficio del hermano, solidario y noble pueblo venezolano”.
Estados Unidos
debería entender de una vez que es imposible seducir o comprar a Cuba ni
intimidar a Venezuela. Nuestra unidad es
indestructible (Aplausos).
Tampoco cederemos ni un ápice
en la defensa de la soberanía e independencia, ni toleraremos ningún tipo de
injerencia, ni condicionamiento en nuestros asuntos internos.
No cejaremos en la defensa de
las causas justas en Nuestra América y en el mundo, ni dejaremos nunca solos a nuestros
hermanos de lucha. Hemos venido aquí a
cerrar filas con Venezuela y con el ALBA y a ratificar que los principios no
son negociables (Aplausos).
Para defender estas
convicciones, asistiremos a la VII Cumbre de las Américas. Expondremos nuestras posiciones, con firmeza,
claridad y respeto. Rechazaremos con determinación toda tentativa de aislar y
amenazar a Venezuela y reclamaremos el cese definitivo del bloqueo a Cuba.
La sociedad civil cubana será
la voz de los sin voz y desenmascarará a los mercenarios que presentarán allí
como sociedad civil de Cuba y a sus patrones.
Debemos convocar a todos los
pueblos y gobiernos de Nuestra América a movilizarnos y estar alertas en
defensa de Venezuela. La solidaridad es
el cimiento de la unidad y la integración regional.
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